Publicado, 11/20/2024
Javier Milei, el polémico presidente argentino, ha dado un giro radical que pone en entredicho su discurso ultraderechista y anticomunista. A menos de un año de asegurar que no haría negocios con “ningún comunista”, Milei estrechó la mano de Xi Jinping, presidente de China, en un encuentro bilateral que, aunque envuelto en formalismos diplomáticos, evidencia un pragmatismo que desdibuja sus promesas de campaña. El martes, en el marco de la cumbre del G20 en Río de Janeiro, Milei y Xi mantuvieron una reunión de 30 minutos en el hotel Sheraton, bajo estrictas medidas de seguridad. En esta reunión, ambos mandatarios acordaron fortalecer los lazos comerciales y renovar el acuerdo de swap de monedas, que permite a Argentina acceder a 5.000 millones de dólares en yuanes para sostener sus reservas del Banco Central. El swap, firmado inicialmente en 2009 y renovado en sucesivas administraciones, es clave para una economía argentina que sufre de magras reservas internacionales. El propio Milei, quien durante la campaña electoral calificó a los comunistas como enemigos de la libertad, ha admitido que sin el respaldo financiero de China, la situación económica del país podría agravarse drásticamente. De las palabras al pragmatismo El cambio en la postura de Milei ha sido drástico. En octubre de 2023, apenas semanas antes de ganar el balotaje, declaró enfáticamente: “No haré pactos con comunistas. Ni con Cuba, ni con Venezuela, ni con Corea del Norte, ni con Nicaragua, ni con China”. Sin embargo, la realidad económica y los consejos de su equipo económico, liderado por el ministro de Economía Luis Caputo y el presidente del Banco Central Santiago Bausili, lo llevaron a reconsiderar su posición. En el comunicado oficial de la Presidencia argentina, se destacó que ambas naciones reafirmaron los acuerdos vigentes y se comprometieron a “explorar nuevas oportunidades para ampliar la relación bilateral”. En reciprocidad, Xi invitó formalmente a Milei a visitar China, y este extendió una invitación para que el líder chino viaje a Buenos Aires. China es actualmente el segundo socio comercial de Argentina, después de Brasil. Entre enero y septiembre de este año, las exportaciones argentinas al gigante asiático ascendieron a 4.959 millones de dólares, compuestas principalmente por soja, carne bovina y litio. Por su parte, las importaciones desde China, que incluyen automóviles, turbinas de gas y repuestos tecnológicos, alcanzaron los 7.872 millones de dólares. El trasfondo político y económico El acercamiento con Xi Jinping también refleja las complejidades geopolíticas a las que se enfrenta Milei. Aunque ha expresado su alineamiento total con Estados Unidos y mantiene una estrecha relación con Donald Trump, presidente electo de ese país, no puede ignorar el peso económico y estratégico de China en la región. La reunión entre Milei y Xi coincidió con el décimo aniversario de la Asociación Estratégica Integral entre ambos países. Durante el encuentro, China expresó su interés en proyectos de infraestructura en Argentina, incluyendo represas hidroeléctricas en Santa Cruz, un puerto en Tierra del Fuego y acceso a recursos estratégicos como el litio y el cobre. Estas iniciativas son fundamentales para la expansión de la influencia china en América Latina, una estrategia que Xi Jinping ha impulsado desde hace más de una década. Impacto local e internacional La postura de Milei también está condicionada por las expectativas de otros actores internacionales. Tras su reunión con Xi, el mandatario argentino tenía programado un encuentro con Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Con apenas 32 días para renegociar un nuevo programa de facilidades extendidas, Argentina necesita desesperadamente fortalecer sus reservas y evitar una devaluación que podría desatar una crisis aún mayor. A pesar de su retórica incendiaria y su rechazo al intervencionismo estatal, Milei no ha tenido más remedio que aceptar la ayuda de los mismos organismos y países que criticó durante su campaña. La pregunta que queda es si este giro será suficiente para estabilizar la economía argentina o si, por el contrario, expondrá aún más las inconsistencias de su gobierno. El encuentro entre Javier Milei y Xi Jinping marca un antes y un después en la política exterior de Argentina. Lo que comenzó como un gobierno ideológicamente rígido, ha dado paso a una administración pragmática, guiada por las urgencias económicas. En el juego de la política internacional, las promesas populistas de campaña se desvanecen frente a la realidad de gobernar. Para Milei, el precio de este pragmatismo puede ser alto, tanto en términos de credibilidad como de autonomía política. China, por su parte, ha demostrado una vez más su capacidad para avanzar en sus intereses estratégicos, incluso en escenarios aparentemente hostiles.