Publicado, 4/14/2024
En medio de una Bogotá sedienta, el alcalde Carlos Galán emerge como figura central en un escenario marcado por la incertidumbre y la urgencia. Sus declaraciones, acciones y hasta sus bromas han estado bajo la lupa de la ciudadanía mientras la crisis del suministro de agua se profundiza. Desde su posición de liderazgo, Galán advirtió, el pasado 9 de abril de 2024, que el racionamiento de agua en la ciudad podría extenderse hasta un año. Con una franqueza que despierta más inquietudes que certezas, mencionó la meta de alcanzar el 75% del nivel de los embalses para diciembre de ese mismo año. Sin embargo, ¿qué acciones concretas se tomaron para alcanzar tan ambicioso objetivo? La crítica situación estructural del suministro de agua en Bogotá no es ajena a las observaciones del alcalde. En un reconocimiento público el 12 de abril del mismo año, Galán admitió que el problema va más allá de la falta de lluvias y el aumento del consumo. Señaló la deficiencia en la capacidad de la red de abastecimiento como un factor clave. ¿Pero cómo se llegó a este punto? ¿Por qué la ciudad no estaba preparada para afrontar esta crisis de larga data? Los esfuerzos de la administración de Galán para contrarrestar la crisis parecen quedarse cortos. Aunque se han implementado medidas como el aumento del suministro de agua del Sistema Tibitoc y la agilización de contratos para aumentar la capacidad de tratamiento en la planta de Tibitoc, ¿son estas acciones suficientes para abordar un problema que se gestó durante décadas? ¿Por qué no se exploraron alternativas antes de llegar a un punto crítico? La gestión del racionamiento también ha sido objeto de escrutinio. El plan de dividir la ciudad en nueve zonas con cortes rotativos de 24 horas parece más una medida desesperada que una solución a largo plazo. ¿Cómo se seleccionaron estas zonas? ¿Qué criterios se utilizaron para determinar la distribución del racionamiento? Pero no todo ha sido seriedad en medio de la crisis. La respuesta del alcalde Galán a comentarios en redes sociales ha generado tanto risas como críticas. Sus consejos para el ahorro de agua, desde sugerir no bañarse si no se va a salir de casa hasta sus comentarios jocosos en Twitter, han sido recibidos con escepticismo por una población que busca respuestas concretas y acciones efectivas. En el primer día de racionamiento, se celebró el ahorro de casi 1.9 metros cúbicos por segundo, pero ¿es esto suficiente para enfrentar una crisis que amenaza con prolongarse durante meses? ¿Se están tomando las medidas necesarias para garantizar que la ciudad no se quede sin agua potable? En resumen, la crisis del agua en Bogotá ha puesto a prueba el liderazgo del alcalde Carlos Galán. Su manejo de la situación ha sido objeto de debate y crítica, mientras la ciudad enfrenta una escasez que pone en riesgo la vida cotidiana de sus habitantes. En un contexto donde cada gota cuenta, la ciudad espera respuestas concretas y soluciones efectivas por parte de sus autoridades.