Publicado, 7/16/2024
Desde su arribo a la casa blanca, Joe Biden ha enfrentado un escrutinio sin precedentes no solo por sus decisiones políticas, sino por su capacidad física y mental, las cuales han sido constantemente cuestionadas debido a su avanzada edad. Con 81 años y en medio de una campaña de reelección que parecía ser una formalidad, Biden ha vivido dos semanas particularmente difíciles que han sacudido su estabilidad política y mental. El jueves 27 de junio, millones de espectadores presenciaron un debate presidencial en Atlanta donde Biden mostró un desempeño bastante cuestionable frente a su rival republicano, Donald Trump. Visiblemente fatigado y desconcertado, Biden en un todo bajo balbuceó sus respuestas y mostró una falta alarmante de claridad mental. Este evento marcó el inicio de una serie de sucesos que han puesto en duda su capacidad para competir efectivamente en las elecciones de noviembre. A pesar de los intentos por parte de su equipo de campaña de justificar su desempeño bajo la excusa de una gripe y posteriormente en una entrevista cara a cara con George Stephanopoulos, Biden no logró disipar las crecientes dudas sobre su estado de salud. Sus respuestas titubeantes y largas pausas durante la entrevista no hicieron más que alimentar especulaciones sobre su idoneidad para continuar liderando el país. La presión sobre Biden se intensificó con llamados públicos de prominentes legisladores de su mismo partido, incluidos representantes de la Cámara de Representantes como Lloyd Doggett y Hakeem Jeffries, quienes instaron al presidente a considerar retirarse de la contienda electoral. Aunque Biden ha recibido expresiones públicas de apoyo de figuras clave dentro del partido, incluida la vicepresidenta Kamala Harris y la ex presidenta de la Cámara Baja, Nancy Pelosi, las dudas persisten. Además del escrutinio político, Biden enfrenta la resistencia de importantes donantes demócratas que han condicionado su apoyo financiero a un cambio en la candidatura presidencial. Figuras como Abigail Disney y Gideon Stein han expresado abiertamente su escepticismo sobre la capacidad de Biden para derrotar a Trump en las elecciones generales. Del mismo modo, los recientes lapsus verbales de Biden, como confundir al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, con Vladimir Putin en una conferencia de la OTAN y posteriormente en una rueda de prensa a su propia vicepresidenta Kamala Harris con Donald Trump, han generado una abundante preocupación sobre su capacidad cognitiva. Estos errores han sido interpretados como evidencia de una posible disminución mental que podría afectar como se está viendo su desempeño en la campaña así como también un eventual segundo mandato, lo que supondría para los estadounidenses poner en riesgo los intereses de los Estados Unidos en el mundo. A pesar de las encuestas desfavorables que lo sitúan detrás de Trump en estados clave y una creciente desaprobación dentro de su propio partido, Biden insiste en su derecho y capacidad para continuar liderando la nación. Argumenta que su experiencia y logros durante su mandato lo hacen el candidato más calificado, a pesar de los desafíos evidentes que enfrenta. Asimismo, Biden. Al ser consultado sobre si estaría dispuesto a someterse a una prueba el presidente contestó: “Realizo un test cognitivo todos los días. No solo estoy haciendo campaña, sino que estoy dirigiendo el mundo”. La campaña de reelección de Joe Biden se encuentra en una encrucijada crítica. Con el reloj electoral en marcha y las presiones internas y externas aglutinándose una tras otra, Biden enfrenta la difícil tarea de convencer a los miembros escépticos de su partido y al electorado de que es capaz de superar los desafíos personales y políticos que amenazan su presidencia. El futuro de Biden en la política estadounidense depende de cómo maneje estas turbulencias en los próximos meses.